Las razones por las que los duques de Cambridge han escogido el método Montessori para educar a su hijo
M.J.PÉREZ - BARCO
El niño es el protagonista de su aprendizaje y el profesor se
convierte en su guía. Esta es una de las máximas en los colegios que
aplican la método Montessori, una iniciativa pedagógica que, a pesar de contar
con un siglo de historia, parece haberse puesto ahora de moda. Por ejemplo, en
el Reino Unido ha crecido exponencialmente la demanda de plazas en estos
centros porque el príncipe Jorge de Cambridge ha comenzado a ir a una guardería
que lleva a cabo este estilo educativo.
Lo cierto es que el método Montessori es conocido en todo el mundo
desde hace un siglo, cuando la doctora italiana María Montessori, la
primera mujer médico de su país, comenzó a trabajar con niños con necesidades
educativas especiales. A partir del estudio científico, pudo conocer y observar
cómo se desarrollan y aprenden los niños desde la más tierna infancia. Así
diseñó un currículo desde los dos años y medio hasta los doce. «Hoy, casi cien
años después, estudios neurocientíficos están confirmado y justificando la
solidez de esta pedagogía», afirma Ana Julià, responsable de formación e
innovación del CCE Montessori Palau de Gerona (el primer centro de estas
características del país) y presidenta de la Asociación Montessori
Española (AME).
Existe
la Association
Montessori Internationale (AMI), que fundó la misma doctora
Montessori y se encargó de extender el método por el mundo. Ya hay
130.000 escuelas que aplican este estilo educativo, formando a tres
millones de niños, en países como Australia, Canadá, China, Finlandia,
Francia, Alemania, India, Irlanda, Italia, Japón, México, Países Bajos,
Pakistán, Rumanía, Rusia, España, Suecia, Suiza, Reino Unido y EE.UU. Y grandes
personalidades han crecido y se han desarrollado en estos centros: Larry
Page y Sergey Brin, fundadores de Google; Jeff Bezos, creador de
Amazon; Will Wright, creador del famoso videojuego «The Sims»; Gabriel
García Márquez; Peter Druker o el fundador de Wikipedia Jimmy Wales,
entre muchos otros. «Muchos de los alumnos han liderado cambios.
Nuestros estudiantes son personas que no han matado su creatividad, sino que la
han potenciado; toman decisiones; son capaces de afrontar el éxito y el fracaso
porque han crecido y aprendido con el error; tienen capacidad para afrontar
situaciones nuevas y solucionar problemas», asegura Julià.
La función del docente
En España el interés que despiertan esta metodología resulta cada
vez mayor y se encuentra en plena expansión. «No solo porque sugen
nuevos colegios que siguen la línea Montessori, sino también por el gran número
de docentes que deciden formarse en esta filosofía», explica Julià. El profesor
es precisamente la pieza clave. «Es un guía que observa muchísimo al
niño con visión científica. No le dice que lo debe hacer, sino que le
va ofreciendo y guiando», añade.
En nuestro país, seis centros aplican en sus aulas esta metodología al más
puro estilo Montessori. «Se trata de colegios que siguen los estándares de la Asociación Montessori
Internacional y que su profesorado ha sido formado en este tipo de pedagogía»,
dice Ana Julià. Sin embargo, cerca de 80 centros educativos de nuestra
geografía simpatizan con este método o llevan algunos aspectos de él a sus
aulas o en diferentes etapas del desarrollo del niño.
¿Pero qué tiene el método Montessori que le hace tan especial?
«Montessori pone al niño en el centro», indica Julià. «A partir del
conocimiento de las necesidades psicológicas, físicas, emocionales,
cognitivas... del alumno según su edad, el guía (profesor) establece las
relaciones con el niño y le pone en conexión con su ambiente», explica.
«Secuida el ambiente en el aula. Las sillas, mesas,
bandejas... están a la altura del niño, a su alcance»
Pero es todo mucho más profundo y cuidado hasta al más mínimo detalle. En estos
centros todo tiene su sentido y su razón de ser y estar. Por ejemplo, las aulas
son amplias. El CCE Montessori-Palau dispone de aulas de 200 m2, para los alumnos
hasta 2 años y medio, y de 100
m2 desde esa edad y hasta los 6 años. «Se cuida el
ambiente. Las sillas, mesas, bandejas, pinturas... están a la altura del niño,
a su alcance. Se trabaja con material Montessori, en madera y de
colores neutros para favorecer la concentración. Todo está dispuesto
en un orden concreto y preciso, y con un diseño que despierta el interés y
sensibilidad del niño», detalla Vinati Ramchandani, jefa de
estudios del Colegio Montessori Parque Conde de Orgaz, de Madrid. Todas las
aulas van acompañadas de un entorno natural exterior. En Primaria, se combinan
los espacios de laboratorio y materiales multimedia para acceder a todos los
campos del conocimiento. Y el bosque, el huerto y la granja sigue siendo parte
del ambiente. «En países como Austria, Alemania o Estados Unidos, incluso se
estudia el Bachiller en granjas. Los alumnos cultivan alimentos, los
recolectan, los venden... Y a partir de ahí aprenden las materias basándose en
su experiencia», detalla Vinati.
Apenas se utilizan libros de texto. «Hay muchas biliotecas
en el aula, de libros de consulta, de Literatura... El libro es un elemento de
soporte como son las tablets y los ordenadores, para trabajar e investigar...»,
concrete Julià. No hay exámenes como se conocen, sino pruebas
y ejercicios que se realizan en clase sin someter al alumno a la presión de un
examen tradicional. Se trabaja por proyectos, pero tampoco es el eje del
aprendizaje. No hay horarios por asignaturas. «Son horarios de
trabajo mucho más tranquilos —dice Julià—. Un alumno puede estar trabajando
durante tres horas seguidas y va tocando diferentes materias», añade. En el
aula se trabaja la inteligencia emocional y las inteligencias múltiples.
Estos centros hacen gala de los buenos resultados académicos
de sus alumnos, que lo han conseguido disfrutando y de forma apasionada. «El
niño se va autoconstruyendo. Es autónomo e independiente, se le ofrece una
libertad con límites. Él trabaja, observa, elige libremente, toma decisiones,
experimenta, aprende del error y extrae las conclusiones que le permiten
evolucionar y crecer, mejorando la concentración, la autodisciplina y
la responsabilidad».
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